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Un cafecito (virtual) con Daniel Feldman - Parte II

Daniel Feldman, investigador del IICE-UBA, nos adelanta pistas de su actual Proyecto de Investigación. Reflexiona sobre la pandemia y acerca de cómo favorecer los aprendizajes de estudiantes provenientes de sectores sociales más desfavorecidos.


- En relación con la investigación que estás llevando a cabo, ¿creés que existe relación entre la organización de los contenidos escolares y la posibilidad de favorecer el aprendizaje y el rendimiento escolar de estudiantes provenientes de poblaciones más desfavorecidas?


Creo que en principio lo que hay que hacer es subir fuertemente el piso del dominio disciplinar, sobre todo en las áreas de Lengua y Matemática, en la capacidad de lectura y de estudio. Sobre la base de ese piso, por supuesto que sí. El trabajo por proyectos tiene que ocupar el mismo lugar que ocupa para los demás alumnos, que es el desarrollo de una competencia específica que es trabajar con este tipo de instrumento que es el proyecto. Me parece que hay un agregado que vale para todos los sectores sociales, que es que la escuela pueda (y esto sí es importante y la investigación lo muestra) admitir con mayor potencia el conocimiento comunitario. Aceptar el conocimiento comunitario como un conocimiento legítimo, y en esto puede ayudar el desarrollo de proyectos que intervengan en la vida comunitaria. Se pueden pensar montones de proyectos que hagan que la escuela se relacione de manera más directa con la vida de los estudiantes y su comunidad y con la investigación de problemas propios de la comunidad. Que pueden ser problemas de salud, alimenticios, sociales, laborales o cualquier tipo.


Yo no trato de pelearme con los proyectos. Creo que el trabajo por proyectos es muy interesante a nivel escolar. El tema es cómo entra, cómo se combina y cómo se garantiza su factibilidad. Pero lo que primero necesitan los chicos de sectores populares, por lo menos en el trabajo tal como lo estamos desarrollando nosotros, es acceder al código básico en el cual el conocimiento escolar se desenvuelve. Y el código básico sigue siendo un código que se maneja mucho más en las estructuras disciplinares. Y básicamente, en los dos núcleos principales de la escuela primaria, tal como está armada ahora, que son la lectoescritura en primerísimo lugar y la matemática después. Esto es lo que está definiendo su capacidad de avance o no, su posibilidad de ser estudiantes exitosos.


La matemática puede implicar mucho trabajo con lo real, sobre todo en pibes que como demostraron muchas investigaciones ya hace 20 años, como “En la vida diez, en la escuela cero” por ejemplo, y otros trabajos, chicos que tienen problemas con la aritmética elemental en la escuela, resuelven problemas complejos en la vida diaria en la actividad comercial, por ejemplo. Porque reconozcamos que los pibes de estos sectores, que en la escuela enfrentan problemas con el código escolar, tienen una experiencia y una capacidad de desempeño vital en la vida cotidiana que supera enormemente a cualquier chico de clase media. Y estos pibes tienen competencias matemáticas muy desarrolladas en estado práctico, por ejemplo, o de otro tipo. De eso la escuela sí debería aprovecharse.



- ¿Qué otros elementos de la didáctica creés que pueden aportar a la posibilidad de favorecer que los chicos de sectores más vulnerables se apropien del código escolar?


Para mí hay un tema básico centrado en el problema del método. Me parece que esto implica una revisión profunda desde el punto de vista didáctico dominante. Por lo menos dominante en Argentina. En el mundo la discusión es otra, sobre todo en algunas áreas. Y la necesidad de empezar a estudiar la viabilidad de enfoques de trabajo que expongan de manera mucho más explícita los fundamentos de la estructura de qué es lo que se está aprendiendo. Por contraposición a las tendencias actuales, más ligadas a la actividad exploratoria, la actividad de los estudiantes, el desarrollo de hipótesis, etc. Que no son formas de trabajo indeseables en sí mismas, pero que claramente son más apropiadas para un sector social que para otro. Aquel sector que fue socializado en el código de conocimiento escolar aún antes de entrar a la escuela. Con lo cual se maneja mucho mejor con pedagogías abiertas en las cuales el código se maneja siempre de modo implícito.


Con lo cual, hay que hacer un trabajo de tres niveles. Un trabajo didáctico, que exige para mí una mirada sobre criterios didácticos generales. Creo que en este momento la hiperespecialización didáctica conspira un poco contra esto, dado que cada tribu funciona un poco con sus propios parámetros. Matemática, Lengua, Historia, etc. Y creo que con una lectura parcializada del objeto de enseñanza. Me parece necesario fortalecer una discusión general sobre el problema del método. Que después tendrá su expresión particular en cada disciplina. Me parece necesaria una discusión político-ideológica en el campo pedagógico. Mientras sigamos asustados con el tecnicismo, los malvados conductistas y el problema del autoritarismo en la docencia, nos va a costar mucho hacer un trabajo más ponderado en torno a metodologías que ofrecen un papel central en la enseñanza y en la explicitación de las reglas que conducen al aprendizaje. Lo que se podría decir, en términos de Basil Bernstein “hacer visible lo que en la pedagogía nueva es invisible”.


Esto vale para los estudiantes y para sus familias. La pandemia nos puso en evidencia -esto ya pasaba antes, lo que pasa es que ahora es escandaloso- que las familias de los sectores populares ya no pueden ayudar a sus hijos en la tarea escolar. Han quedado totalmente excluidas. Simplemente porque el contenido escolar se volvió incomprensible para ellos. Aún para los que han alcanzado la escuela secundaria. Han quedado lejos de los modernos y complejos conceptos geográficos, la historiografía o una matemática donde no me llevo los números sino que lo hago como puedo. Todo este tipo de cuestiones han generado una cisura, que es lo que Bernstein investigó ya hace cuarenta años atrás, entre las familias de los sectores populares y la escuela. Con lo cual los chicos de los sectores populares perdieron la oportunidad de ser auxiliados y ayudados. Por supuesto que ahora, encima a distancia, esto creció a niveles estratosféricos. Para los pibes de clase media, esta situación pudo incluso fomentar la autonomía. Con los sistemas de apoyo familiares, pudo resultar un proceso de crecimiento. Sin los sistemas de apoyo, es muy difícil. Aparte, yo creo que no elegimos los buenos medios. Porque elegimos más sofisticación, cuando en mi opinión tendríamos que haber elegido volver al texto, al cuadernillo, cosa que todo el mundo pueda manejar. Y al cuadernillo sumamente pautado, cosa que todo el mundo pueda seguir.


Yo aprendí mucho viendo en el supermercado chino de la esquina de mi casa cómo la señora china ayudaba a su hijo de 7 años que había vivido siempre en China. Y yo veía cómo ella le ayudaba al pibe en la tarea escolar. Ella habla un español rudimentario. Sin embargo yo veía cómo usaba cuadernillos pautados para irle enseñando. Y nosotros en lugar de ir para ese lado nos fuimos para el lugar de la tele educativa, que es muy interesante. No tenemos propuestas didácticas para una política de enseñanza que colabore en ese sentido. Tenemos que pensar todo de nuevo. No porque tengamos que innovar. Tal vez lo que tenemos que hacer ya lo hicimos antes y tenemos que recuperarlo.


Y el problema va a ser más agudo el año que viene, porque nos vamos a encontrar con una sociedad devastada. En lo económico y en lo educativo. Y yo creo que no le podemos responder con las actuales tendencias curriculares y didácticas. El tema es cómo no aumentar la brecha. Para eso no tenemos una buena respuesta. Porque tenemos que cambiar nuestro planteo didáctico y en Argentina tenemos mucho miedo a ser autoritarios o tecnicistas. Y la verdad que el problema requiere una buena respuesta técnica. Si no la tenemos, vamos a estar en problemas. Y no la requiere por la sofisticación, sino por la simpleza.



Daniel Feldman


Es maestro normal y Lic. en Cs. de la Educación. Se desempeña como profesor titular de Didáctica I y Diseño Curricular en el departamento de Cs. de la Educación (UBA). Actualmente dirige el proyecto FILO:CyT “Los estudios acerca de la incidencia de distintas estrategias didácticas sobre el aprendizaje y rendimiento escolar de alumnos provenientes de distintos sectores sociales” (IICE-UBA). Es autor de libros y artículos publicados en revistas especializadas.


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