Una experiencia del trabajo entre docentes en un tercer grado
Comienzo este relato comentando que soy profesor de Educación Física en una escuela primaria del distrito 15, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Mis ganas son las de poner en palabras cuestiones relativas a una experiencia en un tercer grado, en un trabajo con otrxs docentes del mismo grupo. Mi objetivo es que sirva para otrxs y que funcione como registro de interrogantes y búsquedas que tuvimos -y tenemos- en un momento tan particular como es la pandemia del SARS-Covid19.
Creo que en un contexto individualizante, donde todxs los docentes nos vemos fuera de las escuelas y empujadxs a estar solxs en frente de nuestras computadoras, sin contacto físico con chicxs, familias, compañerxs o propuestas gubernamentales acordes, esta forma de trabajo me sirvió para salir un poco de lo que la situación me proponía y acercarme a otrxs docentes y perspectivas.
Desde que ejerzo mi profesión, la disfruto y la elijo cada día. Sin embargo, también la vivo de manera solitaria más allá de estar con chicxs. A veces siento como si lxs docentes corriésemos una carrera de postas, donde nos pasamos el testigo (lxs chicxs) de hora en hora. ¿Cuántas veces sentimos que ‘’nos los dejan’’ y ahora es nuestra responsabilidad absoluta? ¿Cuántas veces los dejamos nosotrxs, para que vuelvan a ser responsabilidad de otrx? ¿Cuánto alivio o tranquilidad nos dio ese momento y cuánta sensación de presión tuvimos cuando los recibimos?
Cada docente tiene su espacio: plástica tiene su taller, música el salón, educación física el patio, lxs maestrxs de grado el aula. Esa división física viene a sostener una división antigua pero que persiste. La división de los conocimientos es, en definitiva, la escisión de las personas. Compartimientos de conocimientos, como si sirviésemos para una sola cosa, como si el artificio del espacio y el tiempo escolar definiera que todxs construimos conocimiento de esa forma: ordenada, esquemática y rígida. La división de conocimiento, así como está pensada, no sólo propone una manera mosaica de pensar para lxs chicxs, sino que también nos deja a lxs docentes, en especial a los curriculares –que trabajamos en diferentes escuelas, muchas veces en distritos y niveles distintos- en una profunda soledad.
Así como pienso que soy más que un conocedor de las prácticas ligadas al movimiento, creo que lxs chicxs y lxs otrxs docentes también son más que recortes. Por eso me animo a escribir, porque siento que desde pequeñas cosas que se terminaron gestando en algunos espacios de mi experiencia docente con otrxs en esta escuela, pude escaparme un poco a la soledad del trabajo docente.
Comenzamos un nuevo año escolar…. y llegó la pandemia
Para entender esta experiencia es interesante situarse en el contexto que nos toca vivir hoy en día como actores educativos (estudiantes, familias, docentes, directivos). Es una situación inédita, impredecible y cambiante.
Inédita porque nunca sucedió, o al menos no tenemos formación y estructura para afrontarlo. Atravesar una pandemia que rompe con el formato y la cotidianidad escolar simplemente supera las posibilidades de nuestro sistema actual, tan bastardeado y desfinanciado especialmente en los últimos años.
Impredecible y cambiante porque no sabemos qué se cierra o abre y cuándo. No podemos anticipar cuándo volvemos a clase y cómo, no sabemos si esta situación dura un mes más o un año, no podemos predecir las políticas gubernamentales ni acciones ciudadanas porque es muy complejo saber cómo va a ser la dispersión del virus y, por lo tanto, lo que se puede hacer queda limitado o en tensión constante.
Si bien lxs docentes siempre convivimos en nuestra experiencia con algunas de estas incertidumbres, a mediados de marzo, se potenció al máximo. Inestables y solxs, sin saber cómo seguir.
Nuestra escuela está ubicada en un barrio de clase media de la CABA. Sin embargo, su población es muy diversa, como casi cualquier escuela pública de la ciudad. En el grado en cuestión, se suma la complejidad de que muchxs chicxs entraron este año a la escuela, por lo que no llegaron casi a conocer de forma presencial a sus compañerxs ni a sus maestrxs. Por otra parte, la brecha digital es notoria: hay chicxs con buena conexión, dispositivos y conocimientos tecnológicos, chicxs que sólo tienen un celular en la familia, y otros sin conexión. Se trata, en definitiva, de un grado muy heterogéneo cuya mayor fuerza igualadora tenía que ver hasta este año con la asistencia de lxs chicxs a la escuela.
Estoy convencido que la situación del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) nos generó a todos los actores involucrados en escuelas muchas dudas e incertidumbres sobre qué hacer y cómo sostener la escuela: ¿cómo están las familias con las que trabajamos? ¿cómo estamos los mismos docentes? ¿qué dificultades estamos todxs teniendo (económicas, familiares, miedos)? ¿cómo están soportando muchxs estudiantxs la convivencia obligada con las familias? ¿qué herramientas tenemos para acercarnos a ellxs? ¿podemos asociarnos directamente con lxs chicxs o tenemos que hacerlo a través de lxs familiarxs? ¿pueden cumplir ese lugar, más ahora? ¿qué rol le cabe a la escuela en este contexto? ¿seguimos mirando a lo pedagógico, hacemos acento en lo vincular? ¿qué es lo importante ahora?
En base a todos esos interrogantes fui pensando, junto con mis compañerxs docentes, qué tipo de propuestas serían interesantes para traer en este contexto y cómo generar contrapesos a esas dificultades. Pensamos entonces que se debía proponer:
A la individualización de estudiantxs, familias y docentes: unión de proyectos comunes con otrxs docentes. Mostrarnos unidos como escuela para acercarla y potenciar la misma. Una propuesta que invite desde distintas áreas, que ayude a las familias a ordenarse.
A la falta de acceso y conectividad: propuestas con multiplicidad de formatos de respuesta y varias formas de comunicación.
A la imposibilidad de generar contextos de aprendizaje ‘’normales’’: abrir la posibilidad de trabajar con lo que cada unx tiene desde su espacio, explorándolo.
Frente a la imposibilidad de tener un proceso sincrónico de encuentros: actividades asincrónicas que incorporen a las familias en la medida de lo posible pero que principalmente busquen generar autonomía en lxs estudiantes.
Frente al imaginario de que “ahora lxs chicxs tienen mucho tiempo ‘’disponible’’ para hacer tarea y sentarse frente a una pantalla”: proponer lo justo y necesario. ‘’Menos es más’’ y desde ahí construir.
A la explosión de la comunicación y variedad en miles de plataformas y formas (WhatsApp, edmodo, miescuela, etc.): una comunicación centralizada principalmente en la maestra de grado con aportes de todxs lxs docentes y con una plataforma única.
Ante la pérdida de la asistencia a la escuela con carácter obligatorio: la necesidad de seducir nuevamente a las familias y a lxs chicxs con propuestas acordes a su realidad particular.
Ante la ausencia de propuestas interdisciplinares pensadas desde los diseños y materiales curriculares: pensar entre todxs de qué forma poder trabajar sobre un mismo tema, trabajando desde lo común, pero sin perder la especificidad de cada área
Ante una dificultad de escaparle al contexto: propuestas que inviten a lxs chicxs a salir, aunque sea por un rato, de hundirse en el aislamiento.
Ante una emergencia económica y la imposibilidad de brindar materiales desde la escuela: propuestas que partan de cosas que lxs chicxs tengan en sus casas. Nada de comprar, apenas construir con lo que hay: disfraces con la ropa de sus familiares, sábanas y luces para armar un teatro de sombras o una carpa usando una mesa y una sábana, ritmos usando vasos o elementos de plástico, etc.
Ante la fragilidad de cada situación familiar y la situación pandémica en general: apostar, desde mi área, a la expresión, no a la técnica. Partir de la idea de alejarse de lo que ‘’está bien’’ y de lo que ‘’está mal’’ y dar espacios para que ellxs puedan adentrarse en ‘’modo lúdico’’ y luego registrar qué les pasó con eso. La intención es generar búsquedas que intenten dar palabras, movimientos y cauces a lo que les debe estar pasando.
En mi caso, tenía, además, una necesidad de sentirme docente en este contexto, cosa que había perdido por el corte de la presencialidad. Nació en mí una necesidad de redefinir un poco mi labor para seguir haciendo algo que disfruto. La imposibilidad de poder revivir este deseo, me llevó (y creo que nos llevó) a la búsqueda de encontrarnos con otrxs docentes del mismo grado, para pensar juntxs cómo seguir.
Y entonces…. ¿qué hicimos?
Lo primero que sucedió (luego de varias idas y vueltas de publicar actividades en un blog) fue una reunión de todxs lxs docentes donde pensamos qué hacer con el grado en particular.
Allí pudimos establecer algunos acuerdos, por ejemplo, cuántas propuestas por semana eran posibles de realizar para este grupo. A partir de esto, empezamos a armar actividades que nos dejaran establecer vínculos que trascendieran el sostén y también tuvieran un piso pedagógico. Tratamos, muchas veces, de partir de preguntas que nos eran comunes y de construir contenidos desde ahí. Todos los temas que tratamos partieron de estos acuerdos: si bien diseñamos actividades de a pares/grupos de docentes, todos los trabajos de ese mes seguían una temática única o casi única.
Decidimos por ejemplo, con el profesor de tecnología, armar una propuesta de teatro de sombras, basados en abordar la temática de “los sueños y lo anormal”. Para ello utilizamos sábanas y lámparas. Desde tecnología trabajaron sobre cómo este dispositivo funcionaba y cómo era posible hacer títeres para representar escenas. Desde mi área, la búsqueda fue experimentar corporalmente con esa forma de proyectarse: ¿qué pasa si nos acercamos o nos alejamos? ¿se ven igual los cuerpos a través de las sombras? A su vez, esa actividad les proponía que trabajaran representando una escena del cuento ‘’Los sueños del sapo’’ de Javier Villafañe que leyeron desde Prácticas del lenguaje, con la maestra del grado.
Con la docente de Plástica pensamos juntxs otra propuesta, también relacionada con el teatro y con la misma temática. Partimos de ‘’Willy, el soñador’’, un cuento de Anthony Browne que les acercamos vía WhatsApp. Les propusimos que se disfrazaran de distintas cosas en las que se imaginaran siendo grandes y las representaran corporalmente. Desde Plástica, la propuesta fue más ligada a la estética: la elección de ciertos colores, formas, texturas. Desde Educación Física, la invitación fue la de imaginar un personaje y darle cuerpo: ¿qué voz tiene?, ¿qué hace generalmente?, ¿cómo se viste? ¿cómo paso esas características al cuerpo?
Con la docente de grado diseñamos una actividad donde articulamos con Conocimiento del mundo a través de leyendas, tomando la temática ‘’El cielo’’. Para ello, diseñamos un campamento en la casa de cada unx armando una carpa con sillas y sábanas desde las cuales escuchar una historia de una leyenda Mocoví que les grabamos por audio, además de acercarles el cuento escrito. Se buscó no sólo que conozcan el cielo, sino que lo observen y vivencien el contacto que tenemos con la naturaleza y lo que nos rodea, incluso desde la ciudad. Todos estos son contenidos están relacionados con el área campamentil de la Educación Física y también tiene su correlato con el área de Conocimiento del mundo, observando el posicionamiento de la luna y las estrellas. También se jugó con la ritualidad de los relatos que se pasan de generación en generación y que buscan darle explicación a lo que vemos y vivimos.
Todas las propuestas tenían su parte de registro escrito y de registro audiovisual en función de las posibilidades de cada chicx. Ninguna idea planteaba una situación revolucionaria en términos educativos, pero sí sostenían esos puntos que antes mencionaba y que entiendo importantes en este momento, con las trayectorias educativas posibles en esta situación.
El trabajo con otrxs. Nuestra respuesta ante la pandemia
Lo principal que siento de esta propuesta en general y de cada actividad en particular es que pusieron en juego mi yo docente apoyándome en proyectos conjuntos con otras áreas de conocimiento, construyendo y articulando con otrxs docentes: en el contexto donde el diseño curricular no da respuestas, buscarlas en otras áreas y personas, saliendo de mi soledad.
Pese a todos estos intentos, muchas veces eso que pensamos y diseñamos no llegó como esperábamos o no recibimos una respuesta estrictamente pedagógica. Pero siento que, la desolación que me genera saber que todo esto quizá no tenga siempre el correlato esperado, tiene el contrapeso de aprender de otrxs docentes y de pensar en conjunto.
Hay cuestiones que, iniciando esta segunda parte del año, nos seguimos preguntando. Por ejemplo, cómo se devuelven esas actividades: ¿por área? ¿Cómo nos ponemos de acuerdo sobre su devolución? También seguimos preguntándonos cómo seguir, si es posible aumentar los encuentros sincrónicos por plataformas virtuales. Estamos contentos de lo que hicimos hasta ahora pero, como sabemos, se hace camino al andar.
A veces es difícil pensar cuestiones en conjunto cuando no están las condiciones dadas. Sin embargo, la pandemia dio un contexto único en muchos sentidos y, si bien, rompió con casi todo lo que el formato escolar propone en cuanto a la posibilidad de juntarse, en el caso de los docentes (especialmente los curriculares) da una oportunidad potente de confluir en horarios donde todxs podemos estar presentes. Con esto, lejos estoy de querer vanagloriar las múltiples reuniones que tenemos por diversas plataformas virtuales o festejar que la escuela dejó de ser presencial. Pero sí quiero resaltar que abrió una oportunidad muy potente de charlar verdaderamente con docentes de otras áreas para pensar las trayectorias escolares de nuestros alumnxs, en conjunto.
Gabino Andrenacci
Profesor de Educación Física. Trabaja en una primaria y secundaria pública, y en espacios de fútbol infantil y fútbol femenino con adultas. Su pasión es el fútbol, los juegos y la música. Riquelmista.
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