top of page
  • Foto del escritorTema Libre

¿Cómo es el juego en cuarentena?

“Quiero tiempo, pero tiempo no apurado

Tiempo de jugar que es el mejor”

María Elena Walsh


El tiempo escolar y el tiempo del juego tienen algo en común: la suspensión de la productividad. Por un momento suspendemos nuestros roles y ocupaciones del mundo productivo y del hogar para entrar en un mundo con reglas propias. Durante ese tiempo, somos iguales, con toda la potencia que eso conlleva.

Quizás esto explique por qué necesitamos jugar, también siendo adultxs.


¡Conocé estas experiencias para sumergirte en el tiempo del juego en cuarentena!


1


La locura del CATÁN


Conocé la experiencia del “mundial de Catán”, de la mano de su creador, Román Kremer


Corría el jueves 19 de marzo, y en Argentina se decretaba el ASPO. Román y sus amigos se enfrentaron con un problema: venían encontrándose todos los días para jugar un juego de mesa llamado “Catán”: ¿cómo iban a seguir haciéndolo si ya no podían verse? Rápidamente, se pusieron a buscar si existía alguna forma de poder jugarlo online. Un amigo encontró el Colonist.io. A pesar de su estética poco “catanera”, lo investigaron, vieron que funcionaba y se pusieron a jugar. Al día siguiente, Román sintió una corazonada, una decisión interna de la que no podía desentenderse: tenía que armar un torneo de catán. Creó en Instagram una cuenta llamada “@mundialdecatan” y, el 20 de marzo, armó el primer torneo, de una noche, con 32 personas. El segundo torneo lo armó dos días después, y visto que empezaron a seguirlo muchas personas, decidió ir por más: hubo 110 participantes. Hoy ya van 10 mundiales, y uno de ellos llegó a tener 768 personas de 34 países distintos.


Para todos los que veníamos, como Román y sus amigos, jugando al catán como locxs, el mundial vino a darnos una alegría, una forma de seguir jugando y encontrándonos. Si bien este fue el primer torneo organizado de forma virtual, durante los meses fueron naciendo muchísimos más, con otros organizadores, también por páginas de Instagram. Sin embargo, @mundialdecatan sigue siendo para muchxs, el mejor. Si nos preguntás por qué, la respuesta es unánime: su mística. Román, junto con sus hermanas, amigxs y aficionadxs que lo fueron ayudando en la organización, lograron armar una “comunidad catanera”. Por un lado, porque –a diferencia del resto de los torneos- la inscripción es voluntaria, pone quien puede y cuánto puede, pero nadie se queda afuera si no puede pagar. Además, porque -hasta ahora-, ningún torneo fue igual al anterior. En cada mundial, lxs organizadores revisan las reglas y lo hacen consultando con la comunidad: qué nos parece más justo, cómo se reparten los puntos, qué pasa en caso de un empate o si un jugador no se presenta, etc. También, porque –a diferencia de los otros torneos- no se juega por plata, sino que los premios los propone la propia comunidad, a partir de lo que emprendedores-jugadores ofrecen. Por ejemplo, en el último mundial hubo diferentes premios para lxs 16 finalistas, entre los que se encontraban: remeras, dibujos personalizados, comidas dulces y saladas, pines, cuadernos, riñoneras, entre otros. Entre los premios también se suman packs que regalan los miembros de Colonist, quienes se pusieron en contacto con la organización del torneo y a quienes consultan a la hora de realizar modificaciones (Argentina es hoy el tercer país que más utiliza la página). Por último, y no menor, porque la mitad de lo recaudado se destina a fines solidarios: con ello se compran alimentos no perecederos para diferentes comedores. En el último mundial se recaudó $15.033, además de una donación de 200 pares de zapatillas.

La comunidad, por su parte, también acrecienta la mística: propone memes, canciones, hacen de hinchada en las transmisiones finales de los partidos. Allí Román se da el lujo de relatar con dos amigxs, cual partido de fútbol, y quien quiera puede entrar a ver la partida en vivo. Es que @mundialdecatan también es eso. Para muchxs que se quedaron sin poder jugar o ver fútbol o sin el deporte que estuviesen haciendo, el mundial vino a suplir, de algún modo, la magia del competir y de hinchar por su equipo. No es menor que, quien sale campeón del mundial, le gane a más de 400 personas. Ni que en total sólo haya habido sólo 10 ganadorxs, cuando ya jugamos más de 3000.


“Los colonos de Catán” es un juego de mesa creado por un odontólogo alemán que, a finales de los ’80, se encontraba en la quiebra. Para distraerse de sus dificultades económicas, y a modo de refugio, Klaus Teuber comenzó a realizar diferentes juegos. En 1995 creó el, comúnmente conocido, “Catán”, sin sospechar siquiera que el juego sería traducido en muchísimas lenguas (según elmundo.es a más de 30) y que se venderían más de 20 millones de unidades. Cuando le preguntamos a Román, no sólo fundador de @mundialdecatan sino también Técnico en recreación y tiempo libre, por qué cree que el juego es tan exitoso, él da 4 razones principales: es fácil de aprender (su curva de aprendizaje es corta y con muy poco ya podes estar compitiendo) pero siempre podés seguir mejorando, en parte porque el tablero se modifica partida a partida y, por ende, también tus estrategias; es dinámico (a diferencia de juegos como el TEG que no sabés cuando termina, las partidas de Catán tienen un tiempo estimado de entre 40 minutos y una hora); es cambiante, porque podés estar a punto de ganar y salir últimx, o viceversa. Por último, porque si bien es un juego de competencia, también necesita de cierta cooperación con el otrx: tenés que “luchar, cooperar y atacar”, sostiene Román, y esto varía no sólo de un encuentro a otro sino dentro de una misma partida, según el momento en que te encuentres. Todo esto hace que, con muy poco, puedas aprender rápidamente a jugar y que, difícilmente, te aburras.

‘’Ya no veo la hora de poder pasarlo a un torneo con tableros y vernos las caras, de a poquito nos lo empezamos a imaginar’’, nos dicen Román mientras se piensa armando noches no sólo de Catán, sino como un espacio de encuentro, de juego y con comida. Ojalá que, más pronto que lejos, lo podamos hacer. Mientras tanto, podés seguir los mundiales en @mundialdecatan y aventurarte a ser parte de esta hermosa comunidad catanera.

2


"Pasión ajedrecística" o ¿Por qué tenés que empezar a jugar al ajedrez en cuarentena?

Jorge Ledezma aprendió a jugar al ajedrez cuando era chico. Un vecino le enseñó y desde ese momento nunca dejó de practicar. No fue lo único que aprendió ahí, sino también, el gusto por enseñar. Hoy se dedica a dar clases de ajedrez, tanto para chicxs como para adultxs.


Las clases para adultxs las da en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), en un programa de la Secretaría de Extensión. Si bien oficialmente arrancó en 2018, sus enseñanzas de ajedrez en los pasillos de Puan empezaron muchos años antes. En 2013, se empezó a juntar con un grupo de compañerxs con los que tenía un gusto en común por este juego milenario. Comenzaron a formarse entre ellxs mismos y a jugar en los pasillos de la facultad. Pero la cosa no quedó ahí. “En un momento surgió la inquietud de conformarnos como taller, y comenzamos armando un taller extraoficial. A partir del torneo de la UBA, conformamos un equipo de la Facultad para jugar. Entre 2015 y 2017 lo organizamos en un aula, colgábamos un tablero/mural en el primer piso, y la gente salía de cursar, pasaba por ahí y se ponía a ver las clases. Finalmente ganamos el torneo interfacultades en 2016 y ese fue el puntapié para que la Facultad nos reconociera” nos cuenta Jorge.


Este año, la pandemia sorprendió –como a todxs- al equipo de profes de ajedrez. La virtualidad obligada vino a poner en jaque las formas de dar clase. Jorge es optimista en este aspecto, ya que el ajedrez cuenta con un montón de herramientas virtuales que se han visto potenciadas en la cuarentena: hay muchas plataformas (Chess.com, Lichess, Chess24) que permiten continuar jugando, o aprendiendo, ya que no necesitás de un tablero, aunque sí de un dispositivo. Es cierto, admite, que unx se pierde el cara a cara, la posibilidad de evaluar los gestos de tu contrincante, de ver cómo reacciona. Pero también es cierto que la virtualidad permite jugar contra una infinidad de personas, de cualquier parte del mundo. Una partida está a sólo un “click” de distancia. Si bien esto existía hace muchos años, el aislamiento obligatorio lo exacerbó de manera exponencial.


Este crecimiento no se da solamente porque nos vemos obligadxs a estar muchísimo más conectadxs a través de lo digital –siendo prácticamente el único medio para sostener nuestros vínculos-, sino porque el aislamiento nos dio a muchxs y en diferentes momentos, algo que pocas veces conseguimos: tiempo. Tiempo para pensar, disponibilidad para aprender. Para Jorge, en esto radica uno de los puntos más importantes para entender su crecimiento. Sostiene que durante la cuarentena se armó una “atmósfera ajedrecística” de gente que se encontró con el tiempo para jugar. Y la necesidad de hacerlo. Para él, “en situaciones como ésta queda en evidencia que somos homo ludens y que el juego es parte fundamental de las prácticas humanas, sobre todo en un contexto en donde los vínculos están mediatizados por la distancia, por el impedimento a salir y el resguardo de la salud. Se ha puesto muy de manifiesto que es una actividad concreta que necesitamos hacer”.


Para quien quiera aprender a jugar, Jorge recomienda el Tomo I de Roberto Grau, donde se explican los rudimentos del juego. También recomienda, sin muchos preámbulos, lanzarse a practicar y jugar en internet, mirar videos en youtube. “A jugar se aprende jugando”, dice el dicho. Sin embargo, para él, el descubrimiento no está en las reglas mismas sino en qué te pasa cuando lo comenzás a jugar: “Básicamente descubrir si te gusta o no te gusta. En mi caso, aprendí de niño y me enamoré. Pero no se necesitan más que ganas.”


Si querés saber más, podés ver toda la info en el sitio de la Facultad



3


Ronda de saberes: un espacio en las redes para encontrarnos a jugar y compartir



Las redes sociales en Internet han ido ganando un creciente terreno en nuestras vidas, representando en el último tiempo un ámbito de encuentro en tiempos donde el aislamiento y la distancia física cambiaron muchas rutinas. Dentro de este universo de redes, que comenzó a configurarse hace ya 20 años, se encuentra Instagram, que, entre individuos y organizaciones, presenta más de 100 mil cuentas.


Con un entorno en el que predominan las imágenes, y que pareciera propiciar una aproximación rápida, fugaz, a los contenidos, Instagram prevé el uso de distintas herramientas: historias (que permiten subir fotos con distintos efectos y videos, que caducan a las 24 horas), fotos y videos (llamados IGTV) permanentes, utilización de hashtags (para asociar publicaciones), mensajería, entre otras. Pero, ¿Cómo pasamos el tiempo en Instagram? Con el empleo de videojuegos y dispositivos móviles que funcionan con el tacto se popularizó el verbo scroll, un préstamo del inglés que significa deslizar. Y así funciona, por lo general, Instagram: deslizando continuamente de derecha a izquierda, de abajo hacia arriba.


¿Qué nos hace detenernos en Instagram, ante ese scrolleo furioso en los ratos libres? ¿Hay lugar en esa red para la actividad, para el juego, para el encuentro, para el intercambio de saberes? En enero de este año, justo unas semanas antes de los profundos cambios en los aspectos más íntimos y cotidianos que la pandemia del Covid-19 traería, Julia Goldberg apostó a ofrecer (y ofrecernos) un lugarcito en Instagram para que todo eso ocurra. Conversamos con Julia, profesora de educación primaria, técnica en tiempo libre y recreación, formadora de docentes (entre otras cosas), quien muy generosamente compartió sus reflexiones sobre la experiencia de Ronda de Saberes en esta red.


¿Por qué Ronda de saberes?


En palabras de Julia, “Ronda de saberes surge como un espacio donde compartir experiencias, saberes, miradas. Un poco los ejes que tienen que ver con mi formación y mis intereses. Si tuviera que vincularse con palabras, algunas de ellas serían arte, cuerpo, movimiento, expresión. Soy muy novata en el mundo de las redes, no había tenido una cuenta en Instagram hasta que surgió Ronda de Saberes. En la necesidad de ponerle un nombre, un título, una denominación, elegí estas dos palabras-fuerza: los saberes, en plural, y la ronda. La ronda, que tiene esta forma de organización del espacio, que permite vernos las caras, tiende o espera que sea algo más horizontal, más democrático, sin jerarquías. Posibilita la circulación (ahí entra el saber). Desde allí la imagen de una ronda, como la ronda matera”.

Julia escoge, además, una idea, asociada a una imagen visual, que una vez compartieron con ella, como un modo de definir lo que busca proponer: “Las ideas son como el fuego, que crecen cuando se propagan. Y el saber, el conocimiento, también lo hace de ese modo. Cuando crece, cuando se comparte, se reparte, se nutre y se transforma. Me gusta mucho pensarlo así. Ronda de saberes nace, así, como el fueguito, como un lugar para compartir y disfrutar. Me propuse, por eso, que fuera accesible, abierto”.


“Es un ratito de juego”


Desde el comienzo, era necesario pensar cómo proponer el juego en una red como Instagram, que, como todas, tiene sus modos de uso y su lenguaje. “Creo que es poco común que una vaya a las redes a buscar algo en particular. Se produce algo más del scrolleo, de ir pasando. Tenía que pensar cómo promover algo del juego ahí. A mí me interesaba la idea de ´hacer jugar´ a la gente, y tenía que introducirlo en esta lógica. Sabía que quizás no iba a resultar tan convocante si proponía: ´andá, entrá a este link´. Y, además, que había un campo de jugadores que andaban por ahí. Entonces, como una de las alternativas, apareció la idea de proponer juegos en las historias de Instagram. Una vez una amiga me dijo: ́ es un ratito de juego´. Te detenés un instante y resolvés un acertijo, pensás una palabra. Y después pasa. Disfruto un montón cuando me entero que lo resolvieron en familia, que se lo mandaron a una tía. Me da una gran satisfacción que se propague, como una herramienta que nos vamos pasando a medida que vamos jugando.


¿Qué descubrimos cuando entramos a la Ronda de Saberes?


De modo general, podríamos decir que en Ronda de Saberes encontramos rondas de juego, rondas de cuerpo y movimiento, rondas de infancia, rondas literarias. A través de imágenes que retratan experiencias concretas, reflexiones que surgen de su propia práctica y recomendaciones, se invita a una exploración del juego, la sensibilidad y el disfrute en la vida cotidiana. Como Julia explica, “como parte de un posicionamiento político-pedagógico, las propuestas se pueden elaborar con materiales que hay en casa. Y yo siempre enfatizo que, en realidad, estas herramientas no son ́ mías ́, yo no inventé nada. En realidad, nadie inventa nada. Creo que me identifica una frase que dice que ́ lo mío lo tomo siempre de otras manos´. Bueno, ahora quiero que llegue a nuevos destinos”.

Muchas de las publicaciones incluyen una pregunta que invita al intercambio de impresiones, saberes y vivencias. Las imágenes que fueron definiendo Ronda de saberes siguen remitiendo al encuentro: manos reunidas, de distintos colores, cuerpos en movimiento.


Algunos (poquitos) ejemplos de lo (mucho) que podemos hallar en la Ronda, para seguir compartiendo: acertijos de Qué ves y Piensa palabra; propuestas para cuidar y mimar nuestro cuerpo después de tantas horas frente a la computadora; juegos tipo “oráculo”, para descubrir, por ejemplo, qué personaje de la cuarentena sos; pócimas secretas para atravesar este tiempo, recomendaciones de otras cuentas, invitaciones a encuentros para “jugar por jugar”, entregarse a la escritura creativa o aprender en talleres específicos. Por supuesto, esta enumeración no le hace justicia al valioso contenido que refiere, y la mejor manera de entrar a la Ronda es visitar la página.


Juego, escuela y cuarentena


También conversamos con Julia sobre lo que ella, de acuerdo con sus intereses y su recorrido, viene observando en este tiempo singular. Por un lado, reconoce, a través de distintos relatos de docentes que ella conoce, que el juego apareció, con mucha fuerza, como una necesidad: “Me contaba un compañero que la conducción de su escuela le pidió que pensara juegos. Y en general el juego no solía ser una preocupación de las autoridades de una escuela. Ahora eso se ve que está ocurriendo, porque hay algo del vínculo que es necesario traer acá, sostener. Volver a encontrarnos en estas nuevas ventanitas (del Zoom, del Meet, de las videollamadas). Y ahí el juego tiene mucho para aportar. La gente está jugando más, incluso en aislamiento. Está jugando más, se juntan a jugar. Incluso lo veo en Ronda de Saberes. Un momento de no hablar del Covid y, a la vez, de simbolizar nuestras vivencias, de poner en común lo que nos ocurre, una forma de reírnos. El juego establece un marco normativo distinto, unas reglas nuevas. Lo interesante es que las emociones puedan circular, darles cauce. Es sorprendente, valioso, que la gente esté jugando más”.

Julia también cuenta que algunos interrogantes sobre la corporalidad en la escuela, sobre el juego en este ámbito, también tuvieron lugar en las reuniones de los institutos de formación docente en los que trabaja: “Nuestras materias, que son de juego, que tienen que ver con lo corporal ¿Cómo las acreditamos?”.


Julia aporta, también, algunas ideas para seguir jugando, aún, a la distancia. “Desde Ronda de saberes sí me pasó de gente que me cuenta cómo lo probaron en su grado, en los encuentros por Zoom de su escuela. Ahora, por ejemplo, podemos sacar una foto a una parte de la escuela, para descubrir de qué parte de la escuela se trata. Son las pequeñas cosas que hacen a la escuela, a esa escuela, a su calidez. El lugar, la temperatura, el clima, es tu escuela. Se trata de una idea del taller de memoria del ISTLyR. Se mostraba un fragmento de una foto, un detalle de una imagen, de un lugar de la Ciudad (del Cabildo, por ejemplo), y había que determinar de cuál se trataba. Son fotos con más o menos detalle, más o menos zoom. Volviendo al ejemplo, son formas de traer la escuela, construir cierto artificio de la escuela, en el Zoom, a través de la palabra. Y ahí se abre la cuestión de qué juegos proponemos, pasando de pensar los juegos en general a los juegos en particular. Pensar qué juegos contribuyen a recrear la trama del grupo, nos posibilitan el mirarnos, hacer del encuentro algo festivo, un momento de disfrute. Necesitamos mucho eso”.


Inevitable, apareció, también, la necesidad de imaginar el juego en ese primer día en que las clases en los encuentros presenciales se reanuden: “Cuando volvamos a la escuela, en esto, también vamos a tener que alfabetizarnos, y ahí el juego va a ser muy importante ¿Cómo nos movemos, cómo nos encontramos en este espacio, cómo dialogamos? Hay que reconocer el juego como una ocasión para crear sostén, para construir el vínculo con el aprendizaje. Es decir, dejar de ver el juego como una pavadita. Tenemos que pensar que las corporalidades necesitan de la escuela, y la escuela tiene que poder recibirlas”.

426 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
Purple and White Startup Business Animat

TEMA LIBRE

Un punto de encuentro para explorar la educación

bottom of page