Junto con el Parque de la Memoria, nos sumamos al trabajo de democratización que implica difundir los cuentos prohibidos durante la última dictadura cívico-militar, valorando que hoy, en democracia, todxs podemos conocer y leer estos títulos.
La censura cultural vivida durante la última dictadura cívico - militar, y en particular la de los cuentos infantiles, nos demuestra la potencia multiplicadora que adjudicaban los militares a la educación. Por esa misma fuerza, capaz de contagiar, generar y construir pensamiento crítico, fue que la consideraron tan peligrosa.
Para los militares, la infancia fue así una esfera en la cual incidir; la escuela, sin dudas, un ámbito sumamente intervenido; y lxs docentes, un blanco considerado altamente peligroso y por ello perseguido. Hoy en día, en muchas escuelas ya es costumbre y tradición trabajar con los llamados “cuentos prohibidos”. Por todo esto, es clave la valoración que podamos hacer actualmente al vivir en democracia acerca de la libre circulación de los libros para que todas y todos los podamos conocer y leer.
“Cuentos en libertad: relatos prohibidos durante la dictadura” es un pod-cast que fue elaborado por el área de educación Parque de la Memoria - Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. La invitación es a disfrutar desde casa la lectura de algunos de los cuentos que fueron prohibidos en aquel momento. En este contexto pandémico particular, en el que la educación fue trasladada en gran proporción al mundo virtual, es interesante la grabación de estas lecturas ya que queda disponible en formato digital con la posibilidad de que estos relatos sean escuchados cuantas veces quieran.
Los libros, canciones, películas y artistas que traían ideas opuestas a las del gobierno de facto fueron censurados y perseguidos. Todos los relatos que hablaban de libertad, de luchar por un ideal, de agruparse colectivamente, de amor, de unión y rebeldía, fueron prohibidos para que la gente no acunara ideas parecidas. Esta censura era de público conocimiento: decretos de prohibición de circulación de títulos y autores salían en periódicos diarios, tal como refleja este recorte del diario “La Nación” del 15/9/1976.
Los mecanismos de control social alcanzaron entonces también la órbita infantil y los esfuerzos militares estuvieron asociados a la preservación de la niñez lejos de los valores que consideraban “subversivos”. Incluso había fichas elaboradas por los militares que tenían como fin instruir a lxs bibliotecarixs acerca de los libros que formaban parte de las “listas negras” de la literatura. En caso de que alguno de esos títulos cayeran en sus manos era debido retirarlos inmediatamente de circulación. Todos estos textos, escritos por autores y autoras tanto de Argentina como de otros países, relatan situaciones de protesta, de reclamo frente a las injusticias y de acciones conjuntas que llevan a la libertad.
Desde el gobierno se organizó un aparato de espionaje dentro de las escuelas con el fin de elaborar listados de docentes subversivxs. El siguiente fragmento de “Subversión en el ámbito educativo (Conozcamos a nuestro enemigo)”, documento publicado por el gobierno militar en 1977 y distribuido en los colegios del país al inicio del ciclo lectivo del `78, ilustra con claridad esta cuestión:
“(...) 3. NIVELES PREESCOLAR Y PRIMARIO
a. El accionar subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores.
b. La comunicación se realiza en forma directa, a través de charlas informales y mediante la lectura y comentario de cuentos tendenciosos editados para tal fin. En este sentido se ha advertido en los últimos tiempos una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil.”
Los cuentos infantiles que fueron prohibidos invitaban, según los dictadores, a una “imaginación exacerbada” y daban cuenta de la “intención de adoctrinamiento subversivo” en las escuelas por parte de quienes se los leyeran a los niños y las niñas. En algunas ocasiones, también aducían que atentaban contra la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad.
El valor y la potencialidad política y formativa que daban los militares a los cuentos, a la transmisión cultural y a la educación, se expresa claramente en los decretos de prohibición y en las justificaciones de tales medidas. Las resoluciones del Ministerio de Cultura y Educación, (en este caso específico, Resolución nº 480 de la provincia de Córdoba), aducían causas como:
"Del análisis de la obra La Torre de Cubos se desprenden graves falencias tales como simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes (…)".
A los decretos de prohibición le seguían el secuestro de los ejemplares que fueran hallados a tiempo y la quema de libros como una suerte de ritual purificador y aleccionador. Estas tareas estaban a cargo de la Policía Federal y se aducía que se trataba de publicaciones “disolventes” y “antinacionales” que atentaban contra el orden y la seguridad pública, además de tener como finalidad el “adoctrinamiento” y la “captación ideológica”.
A su vez, es importante resaltar que hubo resistencias: docentes que ingresaban los libros prohibidos al aula forrados con otro papel para que no pudieran identificarse los títulos o compositores que en las letras de sus canciones hablaban metafóricamente de lo que ocurría. Así, a veces, la poesía logró escapar a la persecución militar.
En relación a esto es interesante leer los testimonios Laura Devetach, autora de “La torre de cubos”, ya que cuenta cómo vivió la censura de su trabajo y además qué muestras de resistencia a la falta de estas libertades conoció:
"La Torre de Cubos se prohibió primero en la provincia de Santa Fe, después siguió la provincia de Buenos Aires, Mendoza y la zona del Sur, hasta que se hizo decreto nacional. A partir de ahí la pasé bastante mal. Porque no se trataba de una cuestión de prestigio académico o de que el libro estuviera o no en las librerías. Uno tenía un Falcon verde en la puerta. Yo vivía en Córdoba y más de una vez tuve que dormir afuera. Finalmente nos vinimos con mi marido a Buenos Aires en busca de trabajo y anonimato. Durante todo ese período quise publicar y no pude."
"Maravillosamente el libro siguió circulando pero sin mi nombre: era incluido en antologías, los maestros hacían copias a mimeógrafo y se los daban para leer a los alumnos. Muchos lectores se me acercaron después y me dijeron que habían leído mis cuentos en papeles sueltos, sin saber de quién eran. Recuerdo varias Ferias del Libro en las que las maestras me acercaban esas hojas mimeografiadas para que se las firmara."
"Me consta que en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Córdoba muchos colegas y estudiantes hicieron denuncias con nombre y apellido nada más que para ocupar el lugar de los destituidos. Yo, además, trabajaba en un profesorado al que un colega entró como observador de mis clases. Hizo ciertas objeciones y, para concluir, sacó de la biblioteca libros de Cortázar, de Piaget, de gramática estructural y de matemática moderna."
"Tengo grabadas imágenes bastante alucinantes de los atardeceres en la ciudad de Córdoba: gente que deambulaba por las calles con paquetitos, con valijas donde llevaban los libros, cuando se iban a dormir de un lado al otro. Parecían caracoles con sus caparazones a cuestas. Así era todo, silencioso y sórdido."
Si nos extendemos por fuera de la literatura infantil y revisamos qué tipo de producción literaria para jóvenes y adultxs fue censurada, los títulos de las obras prohibidas dan cuenta de qué materiales perseguían las FFAA, siendo éstos posibles de vincular con cuestiones que, según los entonces gobernantes, atentaban contra los valores morales y éticos que debían regir la nueva sociedad argentina. Versan los títulos y textos sobre temas como la sexualidad, la economía, las revoluciones sociales y políticas y la educación. En las obras prohibidas aparecen referencias al peronismo, al populismo, conceptos como “alianza de clases” y a países como Cuba y la U.R.S.S. que representaban una amenaza “roja” para naciones que querían erigirse liberales y competitivas. Se hace referencia a equipos docentes de América Latina, a los sindicatos y, por supuesto, a los derechos humanos.
En síntesis, toda la literatura censurada hacía explícitas referencias a todo aquello que en la época de la dictadura quedó signado como amenazante, y formó parte de lo desterrable dentro del binarismo que se implantó desde el Estado. Así, la familia, la doctrina religiosa, el orden y la patria funcionaron como opuestos a la política, la sexualidad, el cooperativismo, la rebelión y los derechos.
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Lila Vázquez Lareu
Es Licenciada en Ciencias de la Educación y profesora de nivel primario. Actualmente integra del equipo de Educación del Parque de la Memoria - Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
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