¿Qué cambios se proponen para la formación docente? ¿Qué plantean el gobierno y los profesorados?
Para conocer más de las últimas novedades que por estas horas preocupan a las comunidades de los profesorados de la Ciudades de Buenos Aires, conversamos con Estela Fernández, rectora del IES Juan B. Justo y presidenta del Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (CESGE).
Ayer nomás: 22 de noviembre de 2017
Resulta sorprendente volver a ver las fotos del día de la presentación del Plan de Transformación Educativa de la Ciudad, aquel el 22 de noviembre de 2017. El clima era festivo: estaban presentes el Ministro de Educación de la Nación, el Gabinete de la Ciudad y funcionarios de la entonces políticamente hermana Provincia de Buenos Aires. Se anunciaba, dentro del Plan, el envío de un Proyecto de Ley para crear una Universidad que reemplazaría a los 29 Institutos de Formación Docente (en adelante IFD) de gestión estatal. “Nos proponemos tener 5 mil docentes nuevos en 2024, egresados de la universidad”, prometía, radiante, Soledad Acuña, la ministra porteña. En declaraciones a la prensa advertía que la oferta existente en los IFD se concentraría, ahora, en una sola institución. "Buscamos pasar de 29 a 1 a partir de 2019", decía Acuña, saboreando por anticipado un tratamiento rápido y favorable en la Legislatura Porteña.
Ya se retiraron del sitio del Gobierno de la Ciudad los gráficos que le dieron aún más consistencia a la presentación del inolvidable y definitivo (?) cambio de la formación docente. Por suerte, sí es posible hallar noticias en las que estas infografías nos explicaban cómo serían los docentes del futuro. El docente del futuro (que no sería la estudiante del profesorado, sino aquel alumno imaginario de la Universidad cuya creación ni siquiera se había aprobado) “es flexible y se adapta al cambio, es abierto a la diversidad, usa las tecnologías, tiene habilidades de comunicación y actitud emprendedora, trabaja en equipo y comprende las culturas". Es decir, todo lo que, ya sabemos, no somos nosotras: maestras tecnofóbicas, perezosas por definición, conservadoras por tradición, aburridas en el aula. La verdad, hubiera sido una pena sacrificar un sistema formador con 140 años de historia para que avance un proyecto presentado en términos como esos.
Lejos de los flashes y los micrófonos, las comunidades de cada uno de los profesorados (que constituyen, en la mayoría de los casos, una unidad académica que va desde el Nivel Inicial al Superior), fueron puestas en jaque. Desde ese día miles de estudiantes, cientos de docentes, decenas de no docentes, familias del resto de los niveles y personas comprometidas realmente con la educación ponen sus energías en defender lo que se sabe valioso. Reconstruir lo que ocurrió desde aquel momento a la fecha volvería esta nota demasiado extensa. Vale la pena, eso sí, comparar este punto de partida y los magros “resultados” del proceso de creación de la flamante universidad metropolitana que, casi tres años después, se exhiben. Estela Fernández los detalla del siguiente modo: “El gobierno ha subido un listado de materias (refiriéndose al profesorado de educación primaria que ofertará la Unicaba en 2021), que no es un plan de estudios en sí mismo. También apareció publicidad de un curso sobre enseñanza de las ciencias. Por ahora, entonces, es solo eso. No se explicita el basamento teórico de la universidad, cuál es el corpus teórico que fundamenta la necesidad de que la formación docente se concentre en una universidad”.
Aquel 22 de noviembre, hace tres años, sin embargo, podía pensarse que las cartas estaban echadas: el oficialismo tenía mayoría automática en la Legislatura, lo que le permitiría aprobar un breve proyecto de ley que establecía la creación de la UniCABA. En los profesorados, aunque el desconcierto era mayúsculo (se había confeccionado en secreto un enorme plan de reforma de la Formación Docente), era posible evocar antecedentes.
En primer lugar, el nivel medio de varias instituciones ya habían sido seleccionado algunos meses antes para la “prueba piloto” de la Secundaria del Futuro. Estela recuerda la presentación, ya que el IES Juan B. Justo se encontraba entre esas escuelas: “La premisa que guiaba la presentación era que hay que preparar para el futuro, y los mismos términos se usaron sobre la misión que tendría la UniCABA. La universidad podría dar respuesta a los desafíos que el futuro impone. En esa reunión las escuelas que dependíamos de la Dirección de Formación Docente éramos siete. Nos convoca la subsecretaria a una reunión en la que no sabíamos qué nos iban a decir. Allí nos presentaron como una gran noticia el modo que pensaban la profundización de la NES. Insistían en que hay que modificar la escuela secundaria, hacer que deje de ser aburrida, con el docente enfrente dando clase “magistral” (si bien no usaron ese término), con los chicos escuchando pasivamente. Dicen que la escuela tiene que ser entretenida, que los chicos tienen que encontrar el gusto por la escuela. Y el gusto pasaría por la presencia de lo tecnológico. Nos dieron para leer un capítulo de un texto de Santiago Bilinkis. Este señor, que se define como tecnólogo, que hizo posgrados en Estados Unidos, está apareciendo en estos días en varios programas de televisión hablando de educación. Lo que él dice es que los chicos se aburren en la escuela, y que nos hemos dado cuenta, con la pandemia, que los chicos aprenden más en las plataformas, con los videojuegos que en la escuela (sic). Ponen la enseñanza en el marco de las plataformas. Ese capítulo del libro de Bilinkis fue la única bibliografía que nos presentaron como sustento del proyecto de la Secundaria del Futuro”.
También ese año, apenas algunas semanas antes, el Operativo Enseñar 2017 (que buscaba realizar una evaluación estandarizada externa, destinada a estudiantes del último año de IFD que estuvieran realizando su residencia en los profesorados de Educación Primaria y de profesorados de materias del ciclo básico de Educación Secundaria) había sido muy duramente rechazado. El boicot al operativo se vinculaba con la sospecha de que los resultados de esas pruebas estandarizadas sentaría las bases para la reestructuración del sistema formador. No se trataba de conjeturas sin asidero. La directora ejecutiva del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) en el periodo 2015-2019, Cecilia Veleda, ya había participado de una publicación en la que se presentaba el diagnóstico de “un sistema sobredimensionado y fragmentado”. También estaba el ya famoso Profesores Excelentes, un documento del Banco Mundial con sus acostumbradas recetas. Por último, el proyecto que había presentado el senador justicialista chaqueño, Eduardo Aguilar, que también buscaba la reforma del área, pero en el plano nacional.
¿Qué hizo la “Estimada comunidad educativa de la Ciudad de Buenos Aires”?
Aún cuando parecía que estaban liquidados ante la evidencia del poder del ejecutivo y la mayoría legislativa de su bloque, los IFD demostraron que no estaba todo dicho. La reacción a la reforma y los argumentos en contra de la UniCABA demandarían una nota aparte. Se encuentran en videos caseros de las exposiciones de la Comisión de Educación, en blogs, en algunas entrevistas en medios periodísticos (en su mayoría alternativos), en las declaraciones de los gremios y en artículos académicos recientes. Es interesante, igualmente, recuperar una de las primeras notas que, con admirable lucidez, Débora Kozak escribió para esclarecer algunos de los términos del debate. En su blog Pensar la escuela compartía sus reflexiones como rectora del ENS N°1 en Lenguas Vivas “Roque Saenz Peña”. Vale la pena volver a leerlo, porque es un testimonio de lo que pasaba en aquellos días, y porque sus argumentos no han perdido vigencia.
A mediados de 2018 el espíritu triunfalista del Gobierno de la Ciudad se había extinguido. No podían retirar el proyecto de ley, pero tampoco habían logrado convencer bloques aliados para acompañarlo. Encima, los martes y jueves se concentraban fuera de la Legislatura delegaciones de los IFD. Adentro, mientras tanto, el oficialismo tenía que tolerar, en la comisión de educación, largas exposiciones sobre cuestiones vinculadas a un asunto que nunca les interesó realmente: la formación docente. El gobierno necesitaba preparar otro plan, y hacerlo rápido, antes de la llegada del año electoral.
Se difundió, en mayo de 2018, una carta dirigida a la “Estimada comunidad educativa de la Ciudad de Buenos Aires”. En el mismo enlace aparecen los fundamentos para la creación de aquella universidad que nadie pidió, que nadie esperaba y que ofrecería carreras que ya existían. Débora Kozak ofreció, también, una respuesta a esa carta. Tiempo después aparecería un nuevo proyecto.
Exactamente un año después de la presentación del Plan de Transformación Educativa de la Ciudad, el 22 de noviembre de 2018, el bloque de Cambiemos votaría en soledad, un tercer proyecto de ley. Allí se planteaba, entre otras cosas, la coexistencia de los IFD con la UniCABA. Si bien parecía que lograban la universidad que tanto habían buscado, la escena fundacional de la nueva institución no era la de una victoria: los 34 legisladores ingresaron, según se supo después, a escondidas y de madrugada, al edificio de Perú 160. Buscaban evitar ser vistos por los estudiantes y los docentes de los profesorados, que allí se encontraban, una vez más.
¿Qué está ocurriendo hoy en los IFD?
Estela explica algunos de los desafíos que, en estos tiempos de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, atraviesan los IFD: “Por un lado, está lo que sucede con los cargos electivos de conducción (la regencia del nivel terciario, o el rectorado), que duran cuatro años con posibilidad de reelección. Los docentes tienen que ser titulares para acceder a esos cargos. Estamos ante una situación de descabezamiento grave de las instituciones. Porque si cada cuatro años esos cargos electivos vencen y los pocos titulares que había se jubilan, hoy hay pocos docentes titulares. Y por otro lado, algo grave en este momento, es que están terminando los mandatos, ya sea de rectoras, vicerrectoras o regentes, o de miembros de los Consejos Directivos (N. de la R.: los profesorados, que pertenecen al ámbito de la educación superior, tienen cada uno su Consejo Directivo, donde están representados los claustros de estudiantes, docentes, no docentes y graduados). Con el ASPO no se puede ir a votar, y, entonces, debido a esos cargos vacantes, las instituciones quedan acéfalas. Desde la Dirección del área se ofrecen para “colaborar”. Nosotras, en realidad, necesitamos que se prorrogue la permanencia en el cargo de las autoridades cuyos mandatos vencerían hasta que puedan tener lugar las elecciones. Se resolvería simplemente con una resolución ministerial que otorgue una prórroga, con carácter excepcional, en esos cargos. El Ministerio de Trabajo habilitó, por ejemplo, a través de una resolución ministerial, la prórroga de todos los cargos electivos. Lo mismo ocurrió con las asociaciones cooperadoras. En los meses que vienen van a finalizar distintos mandatos en varias instituciones, y también pueden quedar acéfalas.
También tenemos lo que ocurrió con el anuncio de la creación de una carrera de Profesorado de Educación Primaria en la UniCABA. Esto generó mucha preocupación. Indignación, en primer lugar, porque el rector de UniCABA se había comprometido a no abrir oferta de carreras que damos en los profesorados. Sabemos que tenemos una competencia concreta, ahora sí.
¿Por qué una Universidad?
Si una se pusiera en los zapatos de una observadora externa, podría llamar la atención semejante oposición al proyecto ¿Por qué rechazar la Universidad si muchos docentes de los IFD también son parte de las cátedras de las universidades? ¿Por qué si muchas estudiantes también son graduadas de universidades, o planean continuar su formación en ellas? La dicotomía profesorados o universidad fue dejada de lado, en realidad, desde el primer momento. Ninguno de los formatos institucionales puede ostentar una superioridad intrínseca frente al otro, a la hora de formar docentes. En realidad, la insistencia en continuar con una transformación de la formación docente por parte del Ministerio de Educación podría hallarse en tres cuestiones menos evidentes: por un lado, con la voluntad de mayor control de instituciones, que gozan de cierta autonomía. Estela lo señala en la entrevista: En los institutos las autoridades se eligen, y la Universidad (una sola Universidad) viene a favorecer la posibilidad de control. Se reemplazan 29 rectorados y 29 consejos directivos por uno. Yo recuerdo que en alguna reunión, como nota de humor, nos dijeron algo así como “qué difícil para los rectorados tener que gobernar soportando a los consejos directivos”.
En segundo lugar, con la posibilidad de arancelar los postítulos y las propuestas de Escuela de Maestros, si pasaran a la oferta de posgrado de la universidad. No es nueva la ecuación: la Ley de Educación Superior prevé la obtención de fondos propios en las Universidades nacionales, lo que provoca que la oferta que excede a las carreras de grado sea paga. Parte de lo que se conoce como Formación docente continua, en la práctica, ya se ofrece de modo privado, con el aval del gobierno. Todos los años miles de pesos salen de los sueldos docentes para las arcas de institutos privados que ofrecen cursos con mayor puntaje que muchos de los de Escuela de Maestros ¿Quién autoriza su funcionamiento y define el puntaje que otorgan? el mismo Gobierno de la Ciudad que estableció una caducidad en el puntaje de los cursos. La obtención de puntaje no es una cuestión de mera vanidad: es el modo de acceder al trabajo.
Particularmente, en cuanto a la situación de los postítulos, Estela señala: los postítulos no se pudieron presentar para abrir las nuevas cohortes, porque cambiaron los requisitos y nos dicen que tienen que definir cuáles son las áreas prioritarias para esas carreras. Están elaborando una nueva normativa.
Finalmente, y en tercer lugar, la figura de la creación de una universidad (y, con ella, de esta carrera experimental de Profesorado de Educación Primaria), habilita profundos cambios en el plan de estudios, sin la necesidad de atravesar la controversia y conflicto con las comunidades educativas que suscitaron, por ejemplo, la Nueva Escuela Secundaria (NES) o la Secundaria del Futuro. La insistencia en intervenir en la calificación de la fuerza de trabajo se relaciona, en última instancia, con el modo en que esta se venderá. Una de las singularidades de la formación docente es que el mismo Estado, que otorga las certificaciones y controla, en mayor o menor medida, el proceso formativo, será el que luego aparezca como empleador.
Todas estas modificaciones, que la UniCABA podría cristalizar, tendrían consecuencias perdurables. Y es por eso que lo que sucede en estos momentos en los profesorados debería resultar de interés para cualquier persona que trabaje en el ámbito de la educación, y no solo para sus comunidades. Con estas palabras se expresó Estela: Somos conscientes de que nos enfrentamos al poder, la Unicaba ya es ley y está en marcha, pero hay mucho que podemos hacer.
Tenemos que potenciar nuestra lucha por la formación docente. Tenemos que hacer un trabajo sólido colectivo, basado en nuestra experiencia, que es impresionante, y en el estudio. Seguramente publicitarán con slongans vistosos a la Unicaba y van por más. Nosotros tenemos que salir a manifestar la solidez de los saberes teóricos y prácticos. Nosotros queremos una escuela democrática, que forme sujetos críticos. Debemos salir de los términos dicotómicos en los que nos pretenden instalar para silenciar un verdadero debate, como universidad o profesorado, innovación o tradición. Tenemos que plantear qué es lo que nosotros queremos, y lo que nosotros necesitamos para desarrollar propuestas de mejora. Tenemos que instalar nuestra palabra y demostrar que no estamos en el lugar en el que nos quieren poner.
Daniela Pagola
Es Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) y Profesora de Educación Primaria (IES Juan B. Justo).
Se desempeña como docente en Escuelas Integrales Interdisciplinarias de la Ciudad de Buenos Aires.
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