Nota publicada en la Revista Código y Frontera (CBC - UBA)
La evaluación suele ser el "cuco" de la educación, tanto para quienes se someten a ella como para quienes deberán pasar largas horas corrigiendo (no me atrevo a afirmar cuál de los dos miedos es mayor). La cuarentena, la disposición de educar a distancia y la perspectiva de recoger información acerca de los procesos de aprendizaje que se están produciendo de formas sumamente heterogéneas, no hace más que generar mayores incertidumbres acerca de una de las actividades más complejas de la enseñanza.
En los distintos niveles de enseñanza se comienzan a ensayar formas diversas de recuperar información acerca de qué sucede en y detrás de las pantallas. Desde cuestionarios cerrados de opción múltiple a devoluciones consensuadas sobre el recorrido realizado y preguntas de metacognición, pasando por procesos de verificación de la identidad dignas de un aeropuerto: hay tanta multiplicidad de estrategias como de aulas virtuales, docentes y escuelas.
En las siguientes líneas voy a recuperar algunos principios e ideas sin distinción de áreas o niveles que, si bien considero que rigen para pensar la evaluación en términos generales, son especialmente relevantes para acompañar a nuestrxs estudiantes a aprender en la virtualidad.
Antes de continuar, quisiera hacer una salvedad: cuando menciono el término “evaluar” no me refiero solamente a un instrumento de evaluación o una prueba, sino a la evaluación como un proceso que lxs docentes hacemos todo el tiempo en las aulas, virtuales o reales. Dicho esto, ofrezco estas 5 claves para recabar evidencias de aprendizaje, hacer devoluciones y evaluar para el aprendizaje (en y post cuarentena).
1. Evalúo, ergo enseño 📝
Muchas veces pensamos la evaluación como algo anexo a la enseñanza, lo cual se refleja en la práctica habitual de dejar la preparación del instrumento de evaluación para el final del período. Sin embargo, si pensamos en los objetivos de la enseñanza y planificamos en base a qué contenidos y habilidades queremos que aprendan lxs estudiantes, tenemos que pensar en cómo se van a manifestar esos contenidos y habilidades. ¿Qué sabrán hacer lxs estudiantes al finalizar el período? ¿Cómo y dónde podrán aplicar estos saberes? En base a esto, ¿cómo puedo darme cuenta de que adquirieron estos saberes? Es a partir de la respuesta a estas complejas preguntas que tendremos pistas para saber cómo recoger evidencias de aprendizaje, y por ende cómo orientar la enseñanza para el logro de dichos objetivos.
2. ¿Para qué y quién evaluamos? Lxs estudiantes como protagonistas 🙋🏻♀️
No solamente evaluamos para poner una nota o aprobar o desaprobar a lxs estudiantes (de hecho, en este contexto de pandemia rige el criterio de no calificar y la promoción o desaprobación se encuentra suspendida hasta nuevo aviso). La evaluación ayuda a lxs estudiantes a tomar conciencia acerca de los aprendizajes adquiridos, y a nosotrxs nos brinda información acerca del proceso de enseñanza. Por eso es tan importante no sólo no dejarla de lado a raíz del contexto, sino todo lo contrario: utilizarla como aliada para la toma de decisiones, poniéndola al servicio del aprendizaje.
Una evaluación que tenga como protagonistas a lxs estudiantes implica consignas específicas y propone devoluciones claras y con propuestas de mejora, que inviten a revisar y corregir los errores.
La distancia física exacerba esta necesidad de claridad y especificidad en las consignas, al no tener unx docente al lado que pueda ayudar a su comprensión.
En la distancia también se pone de manifiesto la necesidad de devoluciones lo más detalladas posibles, orientadas a la mejora, mostrando ejemplos de trabajos realizados, y ofreciendo herramientas que ayuden a encarar los próximos trabajos (orientaciones, preguntas, aclaración de conceptos).
Si la cantidad de correcciones y los tiempos dificultan la realización de estas correcciones individuales y detalladas, se puede optar por elegir algunos trabajos para hacer una devolución colectiva y ofrecer una lista de cotejo para que, con esa ayuda, cada estudiante pueda evaluar su propio trabajo (dependiendo el nivel).
Lxs estudiantes aprenden más de las devoluciones cuando no están acompañadas de una nota, según un estudio citado en el libro “Evaluar para aprender” de Rebeca Anijovich (2011). Por eso, esta pandemia puede ser una oportunidad para pensar cómo estamos evaluando y calificando a lxs estudiantes.
3. Transparentar los criterios de evaluación 📖
Si la evaluación tiene como uno de sus objetivos brindar información a lxs estudiantes acerca de su proceso de aprendizaje, qué mejor que compartir previamente cuáles serán los criterios con los que se va a evaluar ese proceso, para facilitar la autorregulación de los aprendizajes. Una vez más, esta necesidad de claridad en los criterios tiene especial importancia en propuestas en contexto de incertidumbre, donde muchas de las actividades propuestas serán novedosas tanto para estudiantes como para lxs propixs docentes.
En concordancia con lo anterior, algunas propuestas concretas:
En el repaso antes de una instancia de evaluación, pensar en conjunto con lxs estudiantes cuáles serían las preguntas posibles sobre cada tema.
Mostrar trabajos de años anteriores y evaluarlos en conjunto.
Compartir una rúbrica o lista de cotejo, ya sea creada entre todxs o pensada por el/la docente.
Unx docente no es una isla: estos criterios pueden ser compartidos y pensados con colegas, directivxs, para que dentro de una misma institución haya claridad a la hora de saber qué se espera de lxs estudiantes.
4. Describir, Comparar, Explicar: ¿cómo recabamos información? 📊
Estos distintos verbos utilizados en las consignas implican distintas acciones por parte de lxs estudiantes. Las preguntas que apuntan a recuperar un término o evocar información, implican un esfuerzo cognitivo menor que aquellas propuestas más desafiantes en las que se ponen en juego los conocimientos aprendidos en una situación verosímil, o en las que hay que explicar, argumentar y relacionar saberes con situaciones de la vida cotidiana.
Para ello, propongo tener en cuenta:
¿Qué actividad cognitiva estoy proponiendo con los verbos que utilizo en la consigna? ¿Estoy pidiendo que describan, que relacionen, que argumenten?
Mantener la coherencia: No podemos evaluar lo que no enseñamos, por lo tanto si queremos ofrecer propuestas de evaluación significativas, nuestra forma de enseñar también deberá contemplar actividades y propuestas significativas, con consignas que preparen a lxs estudiantes a desarrollar aquéllas.
Propuestas múltiples: no cerrarse a un solo modo de recoger evidencias de aprendizaje. No todxs aprendemos de la misma manera, y no todxs disponemos de los mismos recursos en nuestras casas ni posibilidad de ayuda o espacio para estudiar. Por eso es importante brindar una multiplicidad (tanto en variedad como en cantidad) de opciones e instrumentos para evaluar, a fines de contemplar la diversidad y disminuir la parcialidad del instrumento.
5. Ayudar a aprender cómo aprender 🤓
Hoy más que nunca, cobra suma relevancia ayudar a lxs estudiantes a regular su propio proceso de aprendizaje, para que tomen conciencia acerca de cómo están aprendiendo y qué decisiones tomar en consecuencia. Para ello, el uso de preguntas metacognitivas tiene como objetivo ayudar a lxs estudiantes a reflexionar sobre su modo de aprender y de pensar. Su uso sistemático al finalizar un tema o unidad, promueve el análisis de los procesos de resolución de tareas, el reconocimiento de fortalezas y las áreas donde se precisa ayuda.
Algunas de ellas pueden ser:
¿Qué aprendiste hasta ahora? / Resumí lo aprendido en una frase.
¿Cómo te diste cuenta de la respuesta? / Explicá el procedimiento que hiciste para llegar a la respuesta.
¿Cómo te diste cuenta de que aprendiste?
¿Cómo podrías demostrarle a otra persona que aprendiste?
Este tipo de preguntas pueden ser complejas para algunxs estudiantes, así como las autoevaluaciones en general, y en mi experiencia y la de muchxs colegas, un gran número de estudiantes suele desvalorizar su propio proceso, poniéndose menos “nota” que la que le correspondería en base al trabajo realizado. Es una gran oportunidad para ayudarlxs a autoevaluarse objetivamente a partir de criterios claros y compartidos, alentarlxs, transmitirles confianza y seguridad, para que la regulación del aprendizaje no sea sólo externa sino que se internalice.
Por último, es importante incluir preguntas acerca de la enseñanza. A veces tenemos supuestos equivocados sobre lo que motiva a lxs estudiantes. Por ejemplo, es común pensar que un vídeo motivará per se a lxs estudiantes, cuando quizás ellxs prefieran actividades que incluyan modalidades de trabajo en grupo a partir de la lectura de un texto. Este punto cobra mucha más importancia en este contexto, en el que nos encontramos innovando en modos de comunicación e interacción con nuestrxs estudiantes. Partir de la base de conocer cómo se sienten más cómodxs aprendiendo, también nos dará información relevante para ayudar a enriquecer tanto los procesos de enseñanza como los de aprendizaje.
Paula Suárez
Es Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Se desempeña como Asesora Pedagógica y Formadora de formadores. Es docente en Educación Secundaria de Jóvenes y Adultos. Forma parte como adscripta de la cátedra de Didáctica I (FFyL-UBA) y fue adscripta en la cátedra de Didáctica de Nivel Superior (FFyL-UBA). Actualmente trabaja en el campo de la Tecnología Educativa. Fue tutora de cursos a distancia en CITEP (UBA) e integró equipos dedicados a distintos proyectos de investigación.
Además, le encanta bailar tango, cantar y hacer yoga. La entretienen el ajedrez, leer, escribir y cocinar. Ama viajar y aprender idiomas.
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